Sombra y Niebla: La Pesadilla de Madera (capítulo final)

Nene, con las llaves en mano, se precipitó hacia el laboratorio en medio de la terrible escena en la que el monstruo hacía pedazos a Yandel y se enzarzaba en una lucha feroz con el Dr. Atlas. La bestia, en un instante, redirigió su atención hacia Nene Cortillo, cuyo cuerpo quedó paralizado por el pavor que la situación le inspiraba.

El Dr. Atlas yacía inconsciente en la cabaña donde se desató el terror que se apoderó del mundo entero, lo que en un principio comenzó con un simple experimento que buscaba traer de regreso el alma de su amada Marina, terminó por convertir el mundo entero en la peor pesadilla que Stephen King pudo imaginar. Después de varias horas de haber estado inconsciente, el Dr. Atlas comenzó a recobrar la conciencia y no sabía muy bien lo que pasaba.

Poco a poco, las imágenes de lo ocurrido comenzaron a florecer en su mente. Los gritos, las sombras, los seres retorcidos que habían surgido de la oscuridad; Todo eso lo atormentaba. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras recordaba el precio que había pagado por su obsesión.

Finalmente, el Dr. Atlas logró reunir sus fuerzas. Se levantó con dificultad y, tambaleándose, descendió al sótano de la cabaña. Allí, entre los restos de sus experimentos fallidos, encontró un traje biológico que había diseñado en caso de emergencia. Con manos temblorosas, se lo puso sabiendo que era su única esperanza en esta pesadilla que él mismo había creado.

Subió de nuevo a la cabaña, donde la imagen de Marina lo esperaba, congelada en una fotografía en blanco y negro. Su corazón latió con fuerza al recordar su promesa de traerla de vuelta. Tomó la fotografía, la sostuvo con cariño y prometió no fallar esta vez.

Con determinación en sus ojos, el Dr. Atlas salió de la cabaña y se adentró en el mundo desgarrado por la oscuridad. El viento soplaba helado, y la luna llena arrojaba su luz roja de octubre sobre un paisaje de pesadilla. Ciudad Madera yacía sumida en la penumbra, sus calles desiertas y sus edificios retorcidos por la influencia maligna que él había liberado.

Claramente preocupado, Nene Cortillo se encontraba en el Gimnasio Municipal. La atmósfera en la sala era tensa, impregnada de un inquietante suspenso que hacía que todos los presentes se aferraban a sus lugares. Nene Cortillo, respetado por la comunidad y dotado con una luz de sabiduría, se adelantó para explicar la angustiosa situación:

“El amor, mis amigos, es la fuerza más poderosa que el universo conoce, y es precisamente por esa razón que estamos inmersos en esta tragedia. El Dr. Atlas De La Fuente ha osado jugar con fuerzas que superan la comprensión humana. Sé de Esto porque ayer mismo, temeroso y con ojos llenos de inquietud, me visitó y compartió sus descubrimientos. Me entregó su diario como garantía, temiendo el desenlace que hoy vivimos. Al leer las páginas de su enfermizo experimento, improvisé un traje diseñado para enfrentar la Niebla que ha tomado la ciudad. Ahora, nuestro deber es llegar a su laboratorio, pues según lo que he leído en su diario, oculta una página de un antiguo libro que contiene un hechizo y un elixir con elementos cruciales que deben verterse sobre la hoja, mientras conjuramos el hechizo y que todo regrese a la normalidad”.

El suspenso se apoderaba de la multitud reunida en el gimnasio, consciente de que estaban a punto de embarcarse en una peligrosa misión para detener la pesadilla desatada por el Dr. Atlas y salvar la ciudad de la oscuridad que lo consumía.

En un giro escalofriante, Yandel se levantó de su asiento y avanzó lentamente hacia Nene, quien sintió un nudo en el estómago al verlo. Siguiendo los pasos, Dandy Kahlo se acercó a ellos, formando un triángulo de suspenso. Yandel habló en un tono apremiante y bajo:

“A las 10:15 pm del 31 de octubre de 2023, tres hombres están destinados a salvar al mundo entero, no solo Ciudad Madera”. La oscuridad de sus ojos inyectados de miedo dejó a Nene sin aliento. “No hagan preguntas”, añadió, mientras entregaba tres máscaras antigás. “Pónganselas de inmediato. El Dr. Atlas está en camino para concluir su experimento, y su éxito significaría la perdición. Debe tocar la página del Necronomicón con la prenda de su amada, y de esta manera, la niebla se disolverá, arrastrando consigo todo el horror que ha traído, incluso las almas de aquellos que ha poseído”

“Si llegamos antes, tenemos la oportunidad de conjurar el hechizo y verter el elixir, regresando todo a la normalidad”, susurró Yandel con su voz temblorosa bajo la máscara que ocultaba sus miedos. Antes de que pudieran reaccionar, un estruendo ensordecedor sacudió la entrada del gimnasio. Un automóvil se estrelló contra las puertas, permitiendo que la niebla avance en su interior, transformando a todos en bestias salvajes, despojadas de alma y emociones.

El terror se apoderó de Dandy, cuyos ojos se llenaron de lágrimas al ver a su propia familia convertirse en criaturas sin luz ni humanidad. Su determinación flaqueó por un instante, y estuvo a punto de quitarse la máscara, pero Yandel lo detuvo, sus palabras llenas de desesperación: “No podemos rendirnos ahora. Vamos a devolverles la humanidad, a tu familia ya todos los demás”. Con determinación, los tres hombres enmascarados se dirigieron hacia el laboratorio del Dr. Atlas, enfrentando el horror que se cernía sobre ellos y la amenaza de la niebla que lo envolvía todo.

Al salir del gimnasio, Dandy se detuvo un instante para observar el panorama devastador que se extendía ante él. La pesadilla que la niebla había desatado estaba en pleno apogeo. La criatura más aterradora de todas, una monstruosidad de un rojo infernal, se abría paso con destrucción implacable. Era un gigante fuera de control que arrasaba con todo a su paso, demoliendo las sólidas paredes de concreto y lanzando automóviles por los aires como juguetes rotos.

En medio de ese horror, un tirón repentino lo arrancó de su asombro. Era Yandel, con urgencia en sus ojos detrás de la máscara, diciendole que estaban a tan solo una cuadra del laboratorio del Dr. Atlas. Juntos, corrieron como nunca lo habían hecho, sintiendo la inminente presencia de la oscuridad a sus espaldas mientras se acercaban al lugar donde debían enfrentar el mal que amenazaba con consumirlo todo.

En un instante de fuga, los tres hombres atravesaron el angosto pasillo que se extendía entre la presidencia municipal y recaudación de rentas. Mientras avanzaban, se encontraron de frente con el Dr. Atlas, vestido con su traje, al borde de ingresar a su laboratorio. En ese preciso momento, surgió de la bruma el monstruo rojo, la creación más temible de la niebla, hambriento de sufrimiento. Aunque el traje del Dr. Atlas lo mantenía aislado por completo, el monstruo era capaz de percibir el olor de Dandy, Nene y Yandel.

Sin vacilar, Yandel se lanzó hacia el Dr. Atlas, atrayendo la atención del monstruo con su valentía. El ser abominable se abalanzó sobre Yandel, que ya estaba inmerso en un enfrentamiento con el científico. En un acto de desesperación, Yandel logró arrebatarle las llaves del laboratorio al Dr. Atlas y las lanzó hacia Nene. A partir de ese preciso momento, Nene sería la única persona en la faz de la Tierra con el poder de pronunciar el hechizo que liberaría a la humanidad de la maldición que la niebla había traído consigo. El destino del mundo descansaba en sus manos temblorosas mientras enfrentaban al monstruo y al científico en la lucha definitiva por la supervivencia.

Nene, con las llaves en mano, se precipitó hacia el laboratorio en medio de la terrible escena en la que el monstruo hacía pedazos a Yandel y se enzarzaba en una lucha feroz con el Dr. Atlas. La bestia, en un instante, redirigió su atención hacia Nene Cortillo, cuyo cuerpo quedó paralizado por el pavor que la situación le inspiraba.

El abismo del horror estaba a punto de engullirlo cuando un estruendo de vidrios rotos resonó en el aire. Era Dandy, que rompió los cristales del Banco Bienestar en un acto desesperado por atraer la atención del monstruo. La criatura se precipitó hacia Dandy, otorgando a Nene un breve respiro. Aprovechando la oportunidad, Nene ingresó al laboratorio, resguardándose de la niebla que todo lo corrompía. Su misión era clara: encontrar la hoja con el hechizo y el elixir que debía verter en ella, la última esperanza para liberar al mundo de la pesadilla que los acechaba. El tiempo se consumía mientras enfrentaba la oscuridad en busca de la clave para la redención.

Al encontrar la hoja y el elixir, Nene pronunció el hechizo con una solemnidad cargada de esperanza. Mientras vertía el elixir en la hoja, un resplandor deslumbrante la envolvió, cegando momentáneamente a Nene en su fulgor. Cuando finalmente abrió los ojos, se encontró en el tranquilo jardín de su casa. Un sol radiante iluminaba cada rincón, y ante él se encontraba el Dr. Atlas.

El científico le entregó su diario con humildad y desveló su descubrimiento, revelando una verdad oculta que había estado buscando durante tanto tiempo. La vida, de alguna manera, había regresado a la normalidad, y en ese idílico escenario, Nene recibió respuestas a sus incógnitas, pero sabía que el precio del conocimiento había sido alto. La pesadilla había llegado a su fin, y en ese nuevo comienzo, las lecciones del pasado perduraban como una advertencia y una promesa de que la ambición desenfrenada podía conducir a la destrucción, pero también a la redención.