Sombra y Niebla: La Pesadilla de Madera. (segunda parte)

Sin embargo, en medio de la niebla, las sombras cobraban vida y daban origen a aterradoras criaturas que deambulaban en completa libertad. Sus siluetas distorsionadas, deformadas por la oscuridad, eran apenas visibles entre la densa niebla.

Sombra y Niebla: La Pesadilla de Madera. (segunda parte)

El clima de Madera es perfecto para cualquier actividad física, pero las madrugadas de octubre son simplemente mágicas. Imagina despertarte a las 4:30 am para un rejuvenecedor recorrido matutino por los alrededores de Madera. Las temperaturas oscilan alrededor de los 13 o 15°C antes de que el sol haga su aparición, y las estrellas te abrazan con su frío y húmedo resplandor mientras avanzas por los senderos del bosque.

Bajo tus pies, la vegetación se niega a rendirse ante el inminente otoño, y a esta hora, la luz plateada de la luna se refleja en los majestuosos pinos que bordean el camino que desciende desde la Cruz Verde hacia el cuartel. El panorama es absolutamente espectacular. La quietud que se respira en el aire permite que te conectes profundamente con la naturaleza, y esa energía revitalizante te llena de vida. Campeón Costa lo sabía a la perfección, y cada madrugada, al levantarse para trotar, se sumergiría en ese mundo de belleza y serenidad.

Campeón Costa, una leyenda viviente en Madera, era conocido por sus hazañas impresionantes, su nobleza innegable y, sobre todo, su físico imponente. Con sus 2,05 metros de altura y sus 160 kilogramos de pura musculatura, se alzaba como el hombre más fuerte de la ciudad. Portaba una barba cerrada y un pecho cubierto de cabellos que añadían un toque de carácter a su imponente presencia.

Su pasatiempo favorito era un reflejo de su fuerza interior: levantar troncos de árboles caídos en los senderos y caminos que circundaban aquel hermoso rincón de Madera. A pesar de que su apariencia imponente podría infundir temor en cualquiera, Campeón Costa era un auténtico ángel en la tierra, el John Coffey de Madera, siempre dispuesto a brindar ayuda desinteresada cuando más se necesitaba. La historia hablaba de un día en particular, un día en que después de su jornada laboral llevó a cabo más de 30 actos de bondad para los habitantes de la ciudad antes de regresar a casa para cenar. Desde asistir a una anciana a cruzar la calle hasta apagar un incendio en una casa en llamas, no había tarea demasiado grande ni pequeña para él.

Su humildad igualaba a su fortaleza, y siempre caminaba con una sonrisa que irradiaba benevolencia. Los ancianos del asilo solían decir con cariño: “Si te cruzas con él, es un signo de buena suerte”. Campeón Costa personificaba la verdadera esencia de un héroe.

Aquella madrugada de octubre, Campeón notó un cambio inquietante en el ambiente. Todo estaba anormalmente tranquilo, el viento se había desvanecido, y su piel comenzó a sentir la inquietante caricia de un frío que parecía descender desde lo más profundo de la oscuridad. Cada centímetro de su cuerpo se erizaba mientras avanzaba por los primeros 100 metros desde la Cruz Verde hacia el cuartel militar. Pero lo que más lo perturbaba era una misteriosa niebla que se cernía sobre el sendero. Esta niebla, en lugar de movimiento, parecía estática, como si estuviera suspendida en el aire, como si el mismo tiempo se hubiera detenido dentro de ella.

Se detuvo en seco y miró hacia adelante, como si un instinto ancestral hubiera despertado en él. Como un animal en su hábitat, sintió el peligro, o al menos eso interpretó de ese drástico cambio de temperatura. De aquellos agradables 14°C, la temperatura había caído bruscamente hasta los gelidos 5°C. Era un fenómeno inexplicable, y Campeón no podía evitar sentir que algo terrible se avecinaba. El aire estaba cargado de tensión, y el silencio, más pesado que nunca, presagiaba un terror que se cernía sobre Madera.

Decidió tomar un atajo para llegar más rápido al pueblo y asegurarse de que su familia estuviera a salvo, pero en medio de la quietud nocturna, escuchó un crujido distante. Su atención se enfocó en ese sonido y pudo distinguir una sombra a lo lejos. Parecía necesitar ayuda, cojeaba y avanzaba de manera torpe. Sin pensarlo dos veces, Campeón se encaminó hacia la figura para socorrerla.

Sin embargo, cuando dio ese primer paso hacia la persona en apuros, ocurrió algo extraordinario. Entró en la niebla y el tiempo parecía ralentizarse de repente, como si el mundo mismo estuviera suspendido en un estado de espera. Un eco ensordecedor llenó el ambiente, y una sensación aterradora se apoderó de él. En ese instante, la simple acción de respirar se convirtió en una lucha. Cada exhalación se convertía en un esfuerzo agónico, y la desesperación se apoderó de él mientras sus pulmones parecían incapaces de llenarse de oxígeno.

En un acto de pánico, Campeón retrocedió rápidamente, dando marcha atrás, y fue en ese momento cuando el tiempo volvió a su curso normal. Sus sentidos recuperaron la claridad, y al recuperar el aliento, pudo distinguir con horror que la figura a lo lejos era un soldado gravemente herido. Le faltaba un brazo, y la sangre brotaba de su herida mientras emitía gritos desgarradores que hubieran intimidado a cualquiera, pero no a Campeón Costa.

En un arrebato de desesperación, Campeón gritó hacia el soldado herido: “¡Amigo!” Su voz resonó fuerte y clara en medio de la serenidad de la noche, pero al hacerlo, nuevamente se vio envuelto en esa niebla ensordecedora y el tiempo de nuevo se relenteció. Retrocedió, pero esta vez no regresó a la normalidad de inmediato. Quiso retroceder de nuevo, pero el soldado herido, al que había intentado ayudar, ya lo había alcanzado abalanzándose hacia él con una intención maligna, empujando a Campeón hacia atrás y logrando liberarlo de esa niebla ensordecedora.

Cuando Campeón recuperó la claridad, se encontró cara a cara con el soldado herido, quien también había vuelto a la normalidad. Pero lo que vio en los ojos del soldado lo llenó de un terror indescriptible. Eran ojos sin alma, llenos de una oscuridad siniestra que heló la sangre de Campeón en sus venas. El soldado, ahora con un brazo mutilado y una mirada de vacía, representaba un peligro mucho más aterrador de lo que Campeón jamás habría imaginado. La verdadera pesadilla apenas comenzaba.

De manera instintiva, Campeón percibió que esa niebla era siniestra y no podía permitir que nadie cayera en su interior. Corrió hacia su casa, alarmando a la gente de la localidad mientras gritaba al viento, “¡Levántense, la niebla viene por todos!” Sus palabras eran como un eco desesperado que se desvanecía en la atmósfera inquietante.

Al llegar a su casa, alarmó a su familia, quienes de inmediato atendieron a su llamado. En cuestión de minutos, todos estaban listos para huir de la ciudad. No sabían por qué, pero no hicieron preguntas. Al ver el rostro de terror de Campeón, comprendió que no era momento para cuestionar.

Al salir de casa, se encontraron con cerca de 100 personas afuera, todas ellas preguntando frenéticamente el motivo de tal escándalo. Campeón guardó un silencio inquietante y, después de dar tres pasos hacia el borde del bosque, observó con angustia que la niebla aún no avanzaba hacia el pueblo, pero Ciudad Madera ya estaba completamente rodeada. No había escapatoria posible.

El silencio cayó sobre la multitud como un manto oscuro. Todos quedaron atónitos ante aquel fenómeno inexplicable, y el miedo comenzó a apoderarse de sus cuerpos. El aire se llenó de una tensión palpable, y los latidos acelerados de sus corazones eran la única banda sonora que rompía el silencio. La niebla estática, como una muralla invisible, los mantenía prisioneros en su propio pueblo. Nadie sabía qué estaba ocurriendo ni cómo enfrentar lo que se avecinaba. La pesadilla había comenzado, y la incertidumbre y el terror se aferraban a ellos como sombras en la noche.

Campeón actuó con determinación al percibir el pánico que se había apoderado de las personas. Lo primero que pronunció fue: “Mantengan la calma, debemos refugiarnos en nuestras casas de inmediato y sellar puertas y ventanas con trapos húmedos. No deben tener contacto alguno con la niebla; es peligroso”. Sus palabras resonaron en medio del creciente misterio que envolvía a la ciudad.

La multitud siguió sus indicaciones al pie de la letra. Llamaron a amigos y familiares, instándoles a hacer lo mismo. La mayoría respondió, pero lamentablemente, algunos no prestaron atención al llamado. A las 5 de la madrugada, un súbito apagón dejó a la ciudad en completa oscuridad. Todas las señales de comunicación, desde la electricidad hasta la internet, la radio y los teléfonos, se desvanecieron en un silencio ominoso. La niebla comenzó a avanzar implacablemente hacia la ciudad, envolviendo todo en un aura de misterio y terror, mientras el aislamiento se convertía en la única opción.

Sin embargo, en medio de la niebla, las sombras cobraban vida y daban origen a aterradoras criaturas que deambulaban en completa libertad. Sus siluetas distorsionadas, deformadas por la oscuridad, eran apenas visibles entre la densa niebla. Los aullidos distantes y los susurros siniestros resonaban en el aire, como si las pesadillas mismas se hubieran materializado.

Campeón, en un intento desesperado por idear un plan para sacar a todos de ese infierno en la tierra, improvisó un traje contra la niebla. Utilizó un antiguo traje de apicultor que había estado arrinconado en el fondo de su armario. La esperanza de que esto funcionara era frágil, pero era la única oportunidad que tenían para escapar de las criaturas acechantes que se ocultaban en las sombras de la niebla, esperando atrapar a sus presas. El terror se cernía sobre ellos como una sombra mortal, y la urgencia por encontrar una salida se regresaba cada vez más apremiante.

La noche se cerraba a su alrededor, y Campeón Costa se preparaba para enfrentar lo desconocido en ese mundo de niebla y sombras. El terror se había apoderado de Ciudad Madera, y la lucha por la supervivencia apenas comenzaba. ¿Qué oscuros secretos guardaba esa niebla siniestra? ¿Podría Campeón Costa, el héroe local, enfrentarse a las pesadillas que acechaban en la oscuridad? La respuesta a estas preguntas yace en las páginas por venir, en un capítulo que te sumergirá aún más en el misterio y el horror de esta historia de Halloween.