Descubriendo la Belleza de la Vida: Un Viaje desde la Oscuridad

En un mundo donde a menudo nos vemos atrapados por la realidad abrumadora, donde la palabra “suicidio” se cierne como un oscuro espectro,

En un mundo donde a menudo nos vemos atrapados por la realidad abrumadora, donde la palabra “suicidio” se cierne como un oscuro espectro, es crucial recordar que esta palabra no discrimina. No le importa tu cultura, tu piel, tu educación, tu riqueza, tu edad ni tu religión. Pareciera ser una salida al dolor, pero en realidad, solo lo transfiere a quienes te rodean. A veces, a aquellos a quienes amas profundamente. No los castiga, sino que te castigas a ti mismo, negándote la oportunidad de explorar nuevos caminos y un futuro más brillante. Somos seres humanos en un rincón del vasto universo, viviendo durante un breve instante en los 13,700 millones de años de historia cósmica. Podríamos parecer insignificantes, pero es el tiempo que nos ha sido dado para vivir.

El suicidio, una palabra que proviene de “sui” (uno mismo) y “cidium” (matar), representa el acto de privarse de la propia vida. Ocurre cuando hemos perdido el significado que le damos a la existencia, ya sea relacionado con la salud, metas, deseos, riqueza, empleo o incluso un sentido metafísico de trascendencia hacia algo o alguien más allá de nosotros, como la reencarnación o mundos futuros mejores. El sentido de la vida es único para cada individuo, porque somos seres inigualables e irrepetibles.

A pesar de esta singularidad, la Organización Mundial de la Salud nos recuerda una triste realidad: 1,000 personas se quitan la vida cada día, y por cada una de ellas, 10-15 intentan hacerlo, creando una cadena de imitación y permiso. El acto suicida no es un impulso espontáneo y aislado. La investigación sobre el cerebro de personas con tendencias suicidas ha revelado que, además de ser influenciado por factores sociales, puede tener un componente hereditario y estar vinculado a trastornos mentales como la depresión, la ansiedad, la bipolaridad y la esquizofrenia, así como a diagnósticos de enfermedades terminales y dolor crónico. Está relacionado con alteraciones en el cerebro, específicamente en el sistema límbico y la amígdala, que controlan el miedo, la ansiedad y la depresión a través de la regulación del neurotransmisor serotonina, responsable de nuestras emociones y estado de ánimo. Más allá del pesimismo, hay condiciones que pueden ser tratadas.

Existen señales que nos alertan sobre la tendencia suicida, como la autolesión, la intolerancia a la frustración, la tristeza constante y las fantasías de muerte. Estas fantasías pueden avanzar a pensamientos más activos, generando formas imaginarias de poner fin a la vida, hasta que el primer intento se materializa, a menudo en un momento de euforia. Pero esta danza con la muerte puede dejar secuelas graves, como dificultades en el habla, alteraciones neurológicas o daños irreparables en la movilidad.

Es esencial recordar que una persona suicida solo busca poner fin a su sufrimiento, pues tememos al dolor más que a la propia muerte. El tratamiento psicoterapéutico y, en algunos casos, la medicación, son fundamentales. El suicidio es la tercera causa de muerte en jóvenes, por delante de los accidentes y los homicidios. Las mujeres son más propensas a intentarlo, pero los hombres lo consuman cuatro veces más, generalmente mediante métodos más letales.

No importa cuál sea la razón, es crucial hablar de ello, incluso si es un pensamiento fugaz. Hablar no induce a actuar, sino que te lleva a explorar soluciones, incluso cuando parezca imposible. Este cuerpo que tienes, con millones de células trabajando incansablemente, es un milagro en sí mismo. Reflexiona sobre la maravilla de cómo tus órganos y tejidos colaboran para permitirte caminar, correr, respirar y experimentar la vida. Somos seres asombrosos en un universo vasto, y este es tu momento para vivir plenamente, adaptándote a las circunstancias y agradeciendo la oportunidad única que tienes. Cada día es una oportunidad para vivir con pasión y alegría, para construir tu propio significado en lugar de buscarlo.

Por: Dra. K. F. López Carlos