Entre los Árboles de Cd. Madera: Desentrañando el Mito de la Cal y la Belleza Natural
Esta historia nos transporta a los recuerdos de mi niñez en Cd. Madera, donde los días eran más simples y la libertad infantil nos permitía explorar el entorno natural como pequeñas mascotas de la casa. Recuerdo con cariño mis visitas a los parques, donde algo peculiar llamó mi atención: la mayoría de los troncos de los árboles estaban pintados de blanco. A medida que compartía esta observación con otros, descubrí que esta práctica era común en huertos y rosales. ¿Por qué pintar los troncos de los árboles? ¿Qué razones podrían estar detrás de esta costumbre?
Se Dice Que… Pintar los troncos de los árboles tiene un propósito definido: evitar enfermedades, repeler plagas y, en última instancia, mejorar la imagen estética de los entornos urbanos y rurales. Sin embargo, el análisis más detenido revela que esta creencia arraigada no se sostiene ante la evidencia.
En su origen, el encalado de los troncos de los árboles tenía un propósito insólito. A principios del siglo XIX, en los cuarteles militares, esta práctica se implementó para mantener ocupados a los soldados y prevenir el aburrimiento. Lo que comenzó como una distracción militar ha evolucionado en una serie de creencias y prácticas sin fundamento que persisten en la actualidad.
Actualmente, se sostiene que pintar los troncos de los árboles contribuye a la lucha contra insectos y plagas. No obstante, no existe evidencia científica sólida que respalde esta afirmación. En realidad, esta práctica está arraigada en mitos y suposiciones infundadas. Además, se ha argumentado que pintar los troncos embellece la imagen urbana, pero esta creencia es un error común que lleva a un gasto innecesario de recursos públicos. La pintura de los troncos es costosa en términos de materiales, mano de obra y tiempo, mientras que el impacto positivo es nulo.
La pintura de los troncos de los árboles conlleva consecuencias adversas. La cal utilizada en el proceso altera los sustratos y nutrientes del suelo, lo que impide que las raíces absorban eficientemente estos elementos esenciales. Este fenómeno puede desencadenar una enfermedad conocida como “Clorosis Inducida por Cal”, afectando la salud del árbol en lugar de protegerlo.
Además de enmascarar la belleza natural de los árboles al ocultar su textura, color y tonalidad, la pintura y la cal resultan perjudiciales para la corteza y acortan la vida útil de las especies arbóreas. Contrariamente a su propósito, si un árbol ya está afectado por una plaga o enfermedad, la aplicación de cal solo encapsula el problema, agravando el daño.
Más allá de su impacto en los árboles, esta práctica también afecta la calidad de vida de los seres humanos. Al dañar los “pulmones verdes” de la ciudad, se atenta contra la vitalidad del entorno urbano y su capacidad para purificar el aire.
En conclusión, el mito de pintar los troncos de los árboles como medida de prevención y embellecimiento urbano es un ejemplo de creencias arraigadas que carecen de fundamento científico y práctico. En lugar de contribuir a la salud y belleza de los árboles y su entorno, esta práctica puede resultar perjudicial tanto para la flora como para los humanos que comparten su hábitat.