K-minata del Hongo: Un Viaje Mágico a la Naturaleza y la Conciencia
Este año, tuve el privilegio de sumergirme en la experiencia única de la tercera edición de la K-minata del Hongo. ¡Ah, qué maravilla! Este evento destila un ambiente que simplemente no tiene rival. Pero antes de sumergirme en los detalles jugosos, permíteme presentarte a las mentes maestras detrás de esta joya: Luis Alberto Robles, apodado “Timón”, y Daniel Scobell, cariñosamente conocido como “El Down”. Tengo que admitir que estos dos han ganado mi respeto en cantidades industriales debido a la pasión, la dedicación y la energía que destilan en cada rincón del proyecto.
Una charla con Timón me reveló que todo comenzó con sus travesías y recorridos por el terreno. Su participación fue creciendo como la espuma del mar, lo que llevó a la brillante idea de organizar caminatas para recolectar hongos. Y antes de que puedas decir “seta”, decidieron que el evento se llevaría a cabo en dos días: uno para empaparnos de información y otro para llevar a cabo la caminata en sí.
Lo que realmente me dejó boquiabierto fue el propósito detrás de esta k-minata. Más allá de recolectar hongos, el verdadero objetivo es sembrar semillas de conciencia sobre nuestras acciones hacia la naturaleza. Es una invitación a volver a conectar con nuestra querida “Pachamama” y, por supuesto, ¡a saciar nuestra pasión micológica en Campo el Tres y sus alrededores! ¿Y lo mejor? No hay un ápice de afán lucrativo, solo el corazón palpitante de Timón irradiando su espíritu.
Ahora, adentrémonos en el corazón del evento. Me tropecé con la pista un poco tarde debido a mi enemigo jurado, el trabajo, pero encajé justo a tiempo para absorber la última gota de una charla sobre la ecología que dejó una marca profunda. Después, se abrió un espacio musical que, a pesar de la modesta asistencia, teñía el aire de buenas vibras. Y, ¿qué es eso que flota en el viento? ¡Ah, sí! Un aroma celestial a comida, cortesía del Lic. en Gastronomía Walter Barrera, quien se lució con sus exquisitos platillos para la ocasión.
Los puestos de venta, ¡una historia aparte! Sared Márquez de Descubre Madera hacía de las suyas con calcas del evento y tazas sublimadas. Exposiciones de pinturas, collares, aretes, piercings; e inevitablemente, el estudio de tatuajes de El Down. ¡Hasta mi esposa se animó a un tatuaje como si fuera magia de chicle!
Casi al final, Timón nos brindó un rincón de su sabiduría. Las reglas de la caminata, simples pero esenciales. Te hacen reflexionar sobre la recolección que ocurrirá al día siguiente y sobre la necesidad de vestirte adecuadamente, llevar líquidos, un teléfono con vida y respetar esas reglas por tu propio bien.
Llegó el gran día de la K-minata, y puntualmente a las 7 de la mañana, mi familia y yo ya estábamos empapándonos del clima y el paisaje en la Cruz Verde. ¡Es como si el universo hubiera organizado una fiesta para nosotros! Tras las últimas instrucciones por parte de Timón, comenzamos nuestra aventura.
Visitamos cuatro puntos en total. El primero, a unos 500 metros antes de Campo el 3, donde recolectamos hongos y un poco de basura esparcida. Porque, ¿quién dijo que recolectar hongos no podía ser sinónimo de dar una mano a nuestros bosques? Luego, en Campo el 3, la comunidad Apache nos bendijo y nos sumergimos en la búsqueda de más tesoros fungales.
Los paisajes eran una sinfonía visual, una coreografía de pinos, encinos, madroños y, por supuesto, hongos preciosos. El tercer punto nos llevó a acantilados y cordilleras azules que parecían no tener fin, y ahí entendí a qué se referían cuando llamaban a Madera “la esmeralda de la sierra”. Ese azul esmeralda es inconfundible.
Finalmente, llegamos a la laguna del Tres, donde Pachamama nos bendijo una vez más, y nos instruyeron sobre los hongos que habíamos colectado a lo largo del día. ¿Pensaste que aquí terminaría todo? Oh, no. Después de la caminata, organizadores e invitados se congregaron en La Cabaña de Tovalí, un lugar famoso en Madera por su capacidad para llevar las fiestas al siguiente nivel.
El eco de la bendición de Pachamama solo significaba una cosa: ¡era hora de celebrar! Ya fuera en la fiesta poscaminata o en la creación culinaria en la que mi esposa y yo nos aventuramos: champiñones salteados con cebolla y calabacín.
La K-minata del Hongo es mucho más que un simple paseo por el bosque. Es una sinfonía de naturaleza, conciencia y comunidad. Un canto a Pachamama, una oda a la conexión humana con la tierra y una experiencia que no olvidaré jamás.
Queridos Luis Alberto Robles, Daniel Scobell, Gael Girón, Yussef García y Enrique Vargas,
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento por la maravillosa K-minata. Su dedicación y esfuerzo hicieron posible una experiencia inolvidable. Nos guiaron hacia la naturaleza y la conciencia de una manera excepcional.